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Boletín del Investigador Nº 4 (2018) Las revistas depredadoras

14/01/2019

                                                                                                                                                                                                                                                               Versión para imprimir

        Qué son las revistas depredadoras

 

Se trata de revistas que publican artículos sin llevar a cabo los procesos editoriales básicos de dar difusión a los originales, garantizar su preservación, y muy especialmente realizar la revisión de los originales por pares. El objetivo de estas publicaciones no es promover o difundir la ciencia, no están comprometidas con el progreso del conocimiento, sino explotar el pago por publicación.

Estas publicaciones tienen una serie de factores en común:

  • Su principal objetivo es económico.
  • No se preocupan por la calidad de los trabajos presentados.
  • Hacen falsas promesas sobre factor de impacto e indexación de los artículos en bases de datos conocidas.
  • No siguen los estándares y buenas prácticas de la publicación académica.

La aparición y rápido crecimiento de este tipo de publicaciones  desprestigian la publicación en Acceso Abierto, dado que hacen pensar que lo difundido por esta vía no es de calidad. Asimismo, genera en los investigadores cierta inseguridad a la hora de elegir dónde enviar sus artículos.

 

 


 

     Qué riesgos entraña la publicación con estas editoriales

 

  • El trabajo no es sometido a revisión por pares, por tanto no se beneficiará de las mejoras que con estas revisiones se realizan a los artículos.
  • El trabajo puede desaparecer ya que no se comprometen con la preservación del mismo.
  • El trabajo no tendrá mucha visibilidad ya que no será incluido en ninguna base de datos conocida como Scopus o Web of Science.
  • Desprestigio profesional.

 

 


 

     Cómo detectar una revista depredadora

 

Si enviamos un artículo a una revista y nos lo aceptan sin ningún tipo de evaluación, sólo a cambio de una cantidad de dinero no muy elevada, es muy probable que estemos ante una revista depredadora. Aunque lo ideal es identificarlas antes de haber enviado nuestro manuscrito.
Hay varios factores que nos permiten detectar este tipo de revistas:

  • No se concreta el proceso editorial del manuscrito.
  • Sus páginas web contienen errores ortográficos y gramaticales.
  • Las imágenes están distorsionadas/borrosas, con la intención de parecer algo que no son, o no están autorizadas.
  • El idioma de la página de inicio se dirige a los autores.
  • El índice Copérnico se promociona en la web.
  • Se solicita el envío del manuscrito vía correo electrónico.
  • Se comprometen a una publicación rápida.
  • No hay política de retractación. Esto es importante porque probablemente no podremos recuperar el manuscrito remitido a este tipo de editores.
  • No existe información acerca de la preservación digital del contenido de la revista.
  • El Article  Processing Charge (APC) es muy bajo (ej. <150$. ). Procesar un artículo para su publicación supone unos costes relacionados con el proceso de selección, evaluación por pares, edición, publicación en formato digital o impreso, mantenimiento de las plataformas y difusión. También se cubren a partir de los APCs los descuentos o exenciones para los autores con menos recursos. Por ello nos debe llamar la atención que el APC que nos pidan sea demasiado bajo.
  • Las revistas que afirman ser de acceso abierto conservan los derechos de autor de las investigaciones publicadas o no mencionan los derechos de autor.
  • Sus ámbitos temáticos son muy amplios, cubriendo prácticamente todos los campos científicos.
  • Las direcciones de correo electrónico no son profesionales ni están afiliadas a una revista (@gmail.com o @yahoo.com).
  • Tarifas de cobro por el proceso de revisión.
  • Tarifas de publicación con ofertas por rebajas por segundo o tercer artículo.
  • Agrupación de tareas de edición en una misma persona para varias revistas de un grupo.
  • Apenas se da información sobre los consejos editoriales y están compuestos por un número reducido de supuestos investigadores
  • Estas revistas suelen estar radicadas en India, China o Rusia, pero utilizan palabras como americana, británica, europea o sueca en sus títulos para simular otro origen
  • Las empresas depredadoras envían correos en inglés invitando a los investigadores a publicar en sus revistas, es habitual que se dirijan a ellos por su propio nombre

Además, podemos deducir que una revista es depredadora cuando no aparece en ninguna de las bases de datos ni repertorios utilizados normalmente en el ámbito académico: MIAR, DOAJ, ERIH PLUS, DIALNET, SCOPUS, MASTER JOURNAL LIST - WOS.

El impacto de estas prácticas llega a la prensa, para más información consulte el artículo "Revistas seudocientíficas para engordar currículos académicos", publicado en El País (14/01/2019)

 


 

     La lista de Jeffrey Beall

 

Jeffrey Beall, bibliotecario de la Biblioteca Auraria de la Universidad de Colorado-Denver,  es quien acuñó el término de revista depredadora (predatory journal). Advirtió de  la aparición de revistas que dicen pertenecer al movimiento Open Access, pero que son realmente timos científicos. Publicó su primera lista con más de 50 criterios en 2011. Beall cierra su lista en enero de 2017 debido a las presiones ejercidas por parte de la editoriales incluidas en ella: https://beallslist.weebly.com/

Posteriormente un grupo de académicos y profesionales de la información decidieron continuar con la lista de forma anónima. Con esta iniciativa se pretende la formación de una comunidad de personas que investiguen e informen de las posibles revistas depredadoras que vayan detectando e ir así actualizando la lista de Beall: https://predatoryjournals.com/journals/

De todas formas, el uso de listas de editoriales y/o revistas depredadoras no debe ser el único paso a seguir cuando el investigador se enfrenta a la duda sobre la fiabilidad de una revista, aunque éste pueda ser un primer paso en la investigación. Además debemos:

  • Comprobar la estabilidad de una revista en bases de datos de alto reconocimiento por la comunidad científica
  • Comprobar que los datos bibliométricos e indexaciones que ofrece la propia revista son correctos y no den lugar a posibles confusiones. Consultar el Journal Citation Report (JCR), que es el indicador de calidad más conocido y el más valorado por los organismos de evaluación de la actividad investigadora. Mide el impacto de una revista en función de las citas recibidas por los artículos publicados y recogidos en la Web of Science (WOS). Puede acceder aquí a más información en nuestra guía sobre el factor de impacto
  • Comprobar que el proceso de revisión es oportuno al tipo de trabajo que se pretende publicar
  • Comprobar su inclusión en organismos internacionales de ética, como el Committee on Publication Ethics (COPE)
  • Comprobar la presentación de la revista
  • A veces, una búsqueda en internet puede ofrecer información de otros investigadores que han tenido experiencias previas con la revista en cuestión.

En cualquier caso, puede contactar con la Biblioteca antes de dar su consentimiento a la revista para publicar sus trabajos.

 

 


 

     Revistas o editoriales sospechosas: el caso de MDPI

 

Algunas revistas y/o editoriales llevan el peso de haber aparecido en la famosa Lista de Beall en algún momento de su período de actividad.

El caso de MDPI es un caso paradigmático por los niveles que alcanzó la disputa entre el autor de la lista y la editorial. En febrero de 2014, Beall añadió a MDPI en su lista de editoriales open access “cuestionables”.  Jeffrey Beall utilizaba una serie de criterios, accesibles y transparentes, para elaborar sus listas de revistas y editoriales depredadoras [se pueden consultar aquí]. No obstante, estos criterios deben ser utilizados de forma muy cautelosa, como el propio Beall indica en la introducción de los mismos, ya que a veces pueden depender de interpretaciones.

Los principales criterios por los que Beall incluyó a MDPI en su lista fueron:

  • La incorporación de nombres de ganadores de premios Nobel que aparecían en los comités editoriales de algunas revistas, que según Beall,  ellos desconocían.  A esto, MDPI respondió publicando la aceptación de aquellos Nobel que incluían en sus comités editoriales, eliminando así las posibles dudas al respecto.
  • La publicación de artículos “cuestionables” debido a que priman los beneficios económicos a una revisión fiable. MDPI argumenta que estos pueden ser  casos excepcionales que, como en otras revistas de reconocido prestigio, han podido burlar el proceso de revisión en contra del deseo de la revista o la editorial.  Declaran tener un proceso de revisión por pares de calidad y una revisión posterior por parte de un editor externo, y que además es miembro activo de COPE, por lo que tampoco se puede considerar un indicio claro de mala práctica científica.
  • Uso de títulos genéricos en sus revistas. Esto por sí mismo tampoco puede ser considerado una mala práctica, aunque sea una tendencia de las editoriales depredadoras (por ejemplo Nature)

Probablemente, la coincidencia de estos criterios unidos a otros igualmente rebatibles y a las investigaciones del propio Beall, le llevaron al convencimiento de que MDPI seguía prácticas perjudiciales para la comunidad científica.

En la edición de 2015, previa solicitud por parte de MDPI a las autoridades universitarias, la editorial se excluyó de la lista. Beall nunca reconoció un error en su inclusión y aún a día de hoy, existe desconfianza por parte de muchos investigadores a utilizar sus revistas para publicar sus resultados.

Lo cierto es que MDPI está haciendo un gran esfuerzo por limpiar su imagen. Con 123 revistas indizadas en Web of Science (entre ellas 48 en SCIE y 2 en el SSCI), 111 en Scopus y 57 en PubMed, entre otros productos científicos, y miembro de COPE (Comittee on Ethics Publication), es una de las editoriales que ofrece más revistas en acceso abierto, siendo todo su contenido distribuido con Licencia de Reconocimiento Creative Commons (CC BY), lo que supone una garantía de acceso a sus contenidos sin cargos adicionales.